lunes, 16 de diciembre de 2013

Una 'señora' contaminación, única en el mundo



LIMPIEZA EN EL EBRO> ADIÓS A UN SIGLO
DE CONTAMINACIÓN EN EL EMBALSE DE FLIX


Mercurio, insecticidas, disolventes y radionucleidos son los residuos tóxicos que la empresa Ercros y sus antepasados han vertido en el río a lo largo de un siglo de producción química. Ahora, cuando ya la situación se hacía insostenible para la salud humana y el medioambiente, la sociedad estatal Acuamed ha iniciado un proceso de descontaminación novedoso en el mundo entero, tan novedoso como insólitos son el volumen y la variedad de residuos acumulados en el pantano de Flix




Flix, Tarragona, 1949. Hallo, wie geht's? El casino está a rebosar. El ferrocarril ha traído a numerosos ingenieros de países europeos, que se acercan a orillas del Ebro a comprobar la extrema pureza del cloro que se produce con la nueva tecnología de celdas de mercurio. La Sociedad Electro-Química de Flix está siempre a la cabeza en esta industria cloro-caústica; no ha dejado de estarlo desde que en 1897 se instaló, con capital y colonos alemanes, en la localidad tarraconense del bello meandro.

En el Casino de Flix, hecho a imagen y semejanza de la estación de tren de Fráncfort, las conversaciones suenan a innovación. Se oye decir que la Sociedad Electro-Química emplea un cátodo de mercurio y un ánodo de titanio recubierto de platino, que el cátodo se deposita en el fondo de la celda de electrolisis y el ánodo encima y que la celda se alimenta de cloruro sódico, de sal, y con la diferencia de potencial adecuada se produce la electrolisis. Alguien garabatea en un papel: 2CI-2e=>CI2 y Hg+2Na+2e=>NaHg. Así se consigue una sosa muy concentrada y un cloro muy puro.

Pero, al tiempo que crecía la satisfacción entre científicos, ingenieros y empresarios, una peligrosa bomba medioambiental se estaba fabricando en el entonces recién construido embalse de Flix, al que se asoma 'La Fábrica', como todos en el pueblo llamaban a la Sociedad Eletro-Química. Con el consentimiento de leyes inexistentes, el mercurio y otros residuos tóxicos se estaban almacenando en el pantano y escapándose aguas abajo con las crecidas anuales del río, mientras en Flix soplaban aires de prosperidad. Esta industria había hecho del municipio un moderno 'protectorado' alemán. Pagaba el agua a los vecinos, costeaba los estudios de los escolares sobresalientes...

Los mayores recordaban la llegada de los alemanes en el siglo XIX, con ese nuevo procedimiento electrolítico bajo el brazo, una manera de descomponer sal común, disuelta en agua, y producir cloro y sosa a escala industrial. Se decía que lo habían presentado en la Exposición Mundial de Chicago de 1893. Las gentes de Flix se sentían importantes. Y no era para menos. Eran las únicas en España que tenían todo lo que esta industria necesitaba: agua en abundancia, la principal materia prima del proceso; rocas calcáreas y salinas; muy cerca, minas de lignito en la cuenca carbonífera de Mequinenza, para abastecer las calderas; río navegable y ferrocarril; un antiguo azud como fuente de energía eléctrica; y, lo mejor para la mentalidad y la legislación de entonces, el cauce del Ebro como desagüe natural.

Con los años, Ercros, empresa en la que después se convirtió la Sociedad Electro-Química, ya con capital español, ha ido ampliando su cartera de productos: ácido clorhídrico (salfumán), agua oxigenada, amoníaco, carbonato potásico, cloro, cloruro sódico, fosfatos, sosa cáustica... Atrás dejó el DDT, mejor dicho en el Ebro en cantidades ingentes; es un organoclorado insecticida ya prohibido por ocasionar graves perjuicios a la salud humana y el medioambiente.

Más de un siglo de vertidos, impunes por la ausencia de prohibiciones hasta los años 80, ha dejado en el Ebro 1'2 millones de toneladas de residuos tóxicos de tres tipos: organoclorados, metales pesados y basura radiactiva, generada esta última por sus procesos de producción, todos ellos muy contaminantes. La sociedad estatal Acuamed ha sacado ya del embalse de Flix 260.000 toneladas de lodo contaminado, gracias a un proyecto de descontaminación único en el mundo por la gran cantidad de residuos y por la diversidad de los mismos, que aparecen mezclados y es preciso separar para poder eliminarlos.

Ya ha empezado la cuenta atrás para restaurar un ecosistema que nunca más podrá ser dañado hasta semejantes extremos, porque ya la ley no lo permite. Con nuevas tecnologías de dragado ecológico, clasificación y tratamiento de residuos y posterior almacenaje en un depósito subterráneo, Acuamed dejará la orilla de Ercros a la altura de su vecina de enfrente, donde se encuentra la Reserva Natural de Sebes y su nueva colonia de nutrias. Buenas noticias para el medio millón de personas que se abastecen de las aguas del río y para decenas de miles de hectáreas de cultivos. El Casino de Flix es hoy un hotel. Auf Wiedersehen. En 2015, esta historia límite de gloria y decadencia habrá terminado.




Paso a paso:


EL DÍA DE NAVIDAD
SALTARON LAS ALARMAS

El 25 de diciembre de 2001, coincidiendo con un descenso notable de las temperaturas en la zona, aparecieron peces muertos aguas abajo de Flix, a la altura de la Central Nuclear de Ascó. Carpas, siluros, percas, anguilas... La Agencia Catalana del Agua y la Confederación Hidrográfica del Ebro ya venían controlando el lecho del embalse y río abajo, sabedores de la existencia de una contaminación histórica. Y tomaron muestras del agua y los peces. Resultado: lo nunca visto; más de dos microgramos de mercurio por litro en la zona de Ascó y seis por Tortosa, ya en la desembocadura del Ebro.

Tuvieron que pasar aún nueve años para que la Sociedad Estatal Acuamed pudiera, con ayuda de fondos europeos (117 millones de euros), ponerse manos a la obra e iniciar en el embalse de Flix una limpieza absolutamente novedosa en el mundo entero, ya que novedoso es también el alcance de esta contaminación. Además de Flix, sólo se conoce el caso de la Bahía de Bedford, en Nueva York, pero allí sólo hay residuos monoclorados. Hoy, la ingeniera agrónoma Azahara Peralta, responsable de este proceso de descontaminación, recibe a diario en su teléfono móvil la cifra de mercurio existente en la zona. “Si no llega a un microgramo por litro, todo va bien”. Son los niveles permitidos hoy por la legislación.

En tres años construyó Acuamed todo lo necesario para limpiar el embalse: la zona de dragado, la planta de clasificación y la de tratamiento o laboratorio, ambas dentro del recinto de Ercros, la depuradora y el vertedero o depósito al aire libre donde enterrará los lodos, apartado del municipio.

La zona de dragado, junto a la fábrica electro-química, se acotó con dos kilómetros y medio de tablaestaca, un muro de acero que impide las filtraciones, . Dentro de este perímetro, el agua está siempre cincuenta centímetros más baja que fuera de él, para mayor seguridad. Entre los habitantes del pueblo corre el rumor de que en el embalse hay una tanqueta de la guerra civil, ya que en este mismo enclave se libró, en 1938, la sangrienta Batalla del Ebro.




DESDE EL FONDO DEL RÍO
DE VUELTA A LA PLANTA QUÍMICA

Acuamed practica un dragado ecológico, que consiste, según Jordi Casadó, geólogo y asistente técnico de la obra, en la extracción de los lodos contaminados desde el fondo del pantano “sin movilización” de los mismos, “sin ocasionar turbidez. Es un proceso más lento que un dragado normal -advierte Casadó-, pero se evita una contaminación aún mayor durante la limpieza”. La draga es como una aspiradora. Y, desde ella, los residuos tóxicos regresan al lugar de donde salieron: la planta de Ercros. Poca gente trabaja ya en esta empresa química, unas cien personas después de un ERE. En sus buenos tiempos, llegó a tener 1.800 empleados.

Una vez en el recinto de Ercros, los lodos son clasificados y deshidratados. Forman montañas pestilentes a las que es preciso acercarse con máscara de seguridad. “Con turbinas y decantadores se separan arena y grava, se prensan y el agua sobrante se envía a la depuradora”, detalla Casadó. Las 'tortas' resultantes se trasladan al laboratorio para su análisis. Entonces, las partículas con niveles de contaminación muy bajos, las que están dentro de los límites permitidos, se devuelven al río y las que están por encima de esos niveles se trasladan al vertedero. En el laboratorio se hacen hasta treinta y cinco ensayos con cada lote de residuos y se tratan según sus características: calentados en horno, enfriados de nuevo, gases ya limpios lanzados a la atmósfera, mezclado del mercurio con cemento...

Ahora ya han instalado en el río dos medidores de contaminación que analizan el agua dos veces al día e informan de los niveles a los responsables de la obra. También han levantado chimeneas con filtros que depuran el aire durante la extracción de lodos. La Generalitat de Catalunya controla estas chimeneas.





30 AÑOS CONTROLANDO EL VERTEDERO

A cielo abierto, junto a otro vertedero, Acuamed ha excavado un depósito de doce hectáreas y capacidad para 860.000 metros cúbicos, en el que enterrarán los residuos tóxicos extraídos del Ebro. Ya ha llenado una cuarta parte. Por la noche, desplaza hasta allí los camiones cargados de lodos contaminados; no lo hace a la luz del día por no interferir en la descarga del tren de la sal que recibe Ercros a diario. Es una de las pegas de trabajar con la fábrica química de por medio, aún funcionando.

Recubierto de polietileno y grava, el depósito se llena por celdas, cada una bordeada por un dique de contención. Van por la sexta y resalta en el paisaje el color negruzco de los lodos fluviales. Cuando el último camión haga su viaje hasta el vertedero en diciembre de 2015, será sellado con arcillas y más polietileno. Luego, durante treinta años, el depósito estará bajo control. Se vigilará que no cambie su inclinación, que los líquidos sobrantes sean correctamente drenados y que el paisaje se vaya restaurando.

Al vertedero ha ido también el edificio de Ercros que hubo que demoler (convenientemente triturado) para levantar la planta de tratamiento de residuos de Acuamed. Todo en la fábrica química está bajo sospecha. Los técnicos de Acuamed creen que Ercros nunca se irá de Flix, porque le costaría una fortuna desmontar las instalaciones y descontaminar el suelo que ha estado un siglo contaminando.






































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