LIMPIEZA EN EL EBRO> ADIÓS A UN
SIGLO
DE CONTAMINACIÓN EN EL EMBALSE DE FLIX
Mercurio, insecticidas, disolventes y
radionucleidos son los residuos tóxicos que la empresa Ercros y sus
antepasados han vertido en el río a lo largo de un siglo de
producción química. Ahora, cuando ya la situación se hacía
insostenible para la salud humana y el medioambiente, la sociedad
estatal Acuamed ha iniciado un proceso de descontaminación novedoso
en el mundo entero, tan novedoso como insólitos son el volumen y la
variedad de residuos acumulados en el pantano de Flix
Flix, Tarragona, 1949. Hallo, wie
geht's? El casino está a
rebosar. El ferrocarril ha traído a numerosos ingenieros de países
europeos, que se acercan a orillas del Ebro a comprobar la extrema
pureza del cloro que se produce con la nueva tecnología de celdas de
mercurio. La Sociedad Electro-Química de Flix está siempre a la
cabeza en esta industria cloro-caústica; no ha dejado de estarlo
desde que en 1897 se instaló, con capital y colonos alemanes, en la
localidad tarraconense del bello meandro.
En el Casino de Flix, hecho a imagen y
semejanza de la estación de tren de Fráncfort, las conversaciones
suenan a innovación. Se oye decir que la Sociedad Electro-Química
emplea un cátodo de mercurio y un ánodo de titanio recubierto de
platino, que el cátodo se deposita en el fondo de la celda de
electrolisis y el ánodo encima y que la celda se alimenta de cloruro
sódico, de sal, y con la diferencia de potencial adecuada se produce
la electrolisis. Alguien garabatea en un papel: 2CI-2e=>CI2 y
Hg+2Na+2e=>NaHg. Así se consigue una sosa muy concentrada y un
cloro muy puro.
Pero, al tiempo que crecía la
satisfacción entre científicos, ingenieros y empresarios, una
peligrosa bomba medioambiental se estaba fabricando en el entonces
recién construido embalse de Flix, al que se asoma 'La Fábrica',
como todos en el pueblo llamaban a la Sociedad Eletro-Química. Con
el consentimiento de leyes inexistentes, el mercurio y otros residuos
tóxicos se estaban almacenando en el pantano y escapándose aguas
abajo con las crecidas anuales del río, mientras en Flix soplaban
aires de prosperidad. Esta industria había hecho del municipio un
moderno 'protectorado' alemán. Pagaba el agua a los vecinos,
costeaba los estudios de los escolares sobresalientes...
Los mayores recordaban la llegada de
los alemanes en el siglo XIX, con ese nuevo procedimiento
electrolítico bajo el brazo, una manera de descomponer sal común,
disuelta en agua, y producir cloro y sosa a escala industrial. Se
decía que lo habían presentado en la Exposición Mundial de Chicago
de 1893. Las gentes de Flix se sentían importantes. Y no era para
menos. Eran las únicas en España que tenían todo lo que esta
industria necesitaba: agua en abundancia, la principal materia prima
del proceso; rocas calcáreas y salinas; muy cerca, minas de lignito
en la cuenca carbonífera de Mequinenza, para abastecer las calderas;
río navegable y ferrocarril; un antiguo azud como fuente de energía
eléctrica; y, lo mejor para la mentalidad y la legislación de
entonces, el cauce del Ebro como desagüe natural.
Con los años, Ercros, empresa en la
que después se convirtió la Sociedad Electro-Química, ya con
capital español, ha ido ampliando su cartera de productos: ácido
clorhídrico (salfumán), agua oxigenada, amoníaco, carbonato
potásico, cloro, cloruro sódico, fosfatos, sosa cáustica... Atrás
dejó el DDT, mejor dicho en el Ebro en cantidades ingentes; es un
organoclorado insecticida ya prohibido por ocasionar graves
perjuicios a la salud humana y el medioambiente.
Más de un siglo de vertidos, impunes
por la ausencia de prohibiciones hasta los años 80, ha dejado en el
Ebro 1'2 millones de toneladas de residuos tóxicos de tres tipos:
organoclorados, metales pesados y basura radiactiva, generada esta
última por sus procesos de producción, todos ellos muy
contaminantes. La sociedad estatal Acuamed ha sacado ya del embalse
de Flix 260.000 toneladas de lodo contaminado, gracias a un proyecto
de descontaminación único en el mundo por la gran cantidad de
residuos y por la diversidad de los mismos, que aparecen mezclados y
es preciso separar para poder eliminarlos.
Ya ha empezado la cuenta atrás para
restaurar un ecosistema que nunca más podrá ser dañado hasta
semejantes extremos, porque ya la ley no lo permite. Con nuevas
tecnologías de dragado ecológico, clasificación y tratamiento de
residuos y posterior almacenaje en un depósito subterráneo, Acuamed
dejará la orilla de Ercros a la altura de su vecina de enfrente,
donde se encuentra la Reserva Natural de Sebes y su nueva colonia de
nutrias. Buenas noticias para el medio millón de personas que se
abastecen de las aguas del río y para decenas de miles de hectáreas
de cultivos. El Casino de Flix es hoy un hotel. Auf
Wiedersehen. En 2015, esta
historia límite de gloria y decadencia habrá terminado.
Paso a paso:
EL DÍA DE NAVIDAD
SALTARON LAS ALARMAS
El 25 de diciembre de 2001,
coincidiendo con un descenso notable de las temperaturas en la zona,
aparecieron peces muertos aguas abajo de Flix, a la altura de la
Central Nuclear de Ascó. Carpas, siluros, percas, anguilas... La
Agencia Catalana del Agua y la Confederación Hidrográfica del Ebro
ya venían controlando el lecho del embalse y río abajo, sabedores
de la existencia de una contaminación histórica. Y tomaron muestras
del agua y los peces. Resultado: lo nunca visto; más de dos
microgramos de mercurio por litro en la zona de Ascó y seis por
Tortosa, ya en la desembocadura del Ebro.
Tuvieron que pasar aún nueve años
para que la Sociedad Estatal Acuamed pudiera, con ayuda de fondos
europeos (117 millones de euros), ponerse manos a la obra e iniciar
en el embalse de Flix una limpieza absolutamente novedosa en el mundo
entero, ya que novedoso es también el alcance de esta contaminación.
Además de Flix, sólo se conoce el caso de la Bahía de Bedford, en
Nueva York, pero allí sólo hay residuos monoclorados. Hoy, la
ingeniera agrónoma Azahara Peralta, responsable de este proceso de
descontaminación, recibe a diario en su teléfono móvil la cifra de
mercurio existente en la zona. “Si no llega a un microgramo por
litro, todo va bien”. Son los niveles permitidos hoy por la
legislación.
En tres años construyó Acuamed todo
lo necesario para limpiar el embalse: la zona de dragado, la planta
de clasificación y la de tratamiento o laboratorio, ambas dentro del
recinto de Ercros, la depuradora y el vertedero o depósito al aire
libre donde enterrará los lodos, apartado del municipio.
La zona de dragado, junto a la fábrica
electro-química, se acotó con dos kilómetros y medio de
tablaestaca, un muro de acero que impide las filtraciones, . Dentro
de este perímetro, el agua está siempre cincuenta centímetros más
baja que fuera de él, para mayor seguridad. Entre los habitantes del
pueblo corre el rumor de que en el embalse hay una tanqueta de la
guerra civil, ya que en este mismo enclave se libró, en 1938, la
sangrienta Batalla del Ebro.
DESDE EL FONDO DEL RÍO
DE VUELTA A LA PLANTA QUÍMICA
Acuamed practica un dragado ecológico,
que consiste, según Jordi Casadó, geólogo y asistente técnico de
la obra, en la extracción de los lodos contaminados desde el fondo
del pantano “sin movilización” de los mismos, “sin ocasionar
turbidez. Es un proceso más lento que un dragado normal -advierte
Casadó-, pero se evita una contaminación aún mayor durante la
limpieza”. La draga es como una aspiradora. Y, desde ella, los
residuos tóxicos regresan al lugar de donde salieron: la planta de
Ercros. Poca gente trabaja ya en esta empresa química, unas cien
personas después de un ERE. En sus buenos tiempos, llegó a tener
1.800 empleados.
Una vez en el recinto de Ercros, los
lodos son clasificados y deshidratados. Forman montañas pestilentes
a las que es preciso acercarse con máscara de seguridad. “Con
turbinas y decantadores se separan arena y grava, se prensan y el
agua sobrante se envía a la depuradora”, detalla Casadó. Las
'tortas' resultantes se trasladan al laboratorio para su análisis.
Entonces, las partículas con niveles de contaminación muy bajos,
las que están dentro de los límites permitidos, se devuelven al río
y las que están por encima de esos niveles se trasladan al
vertedero. En el laboratorio se hacen hasta treinta y cinco ensayos
con cada lote de residuos y se tratan según sus características:
calentados en horno, enfriados de nuevo, gases ya limpios lanzados a
la atmósfera, mezclado del mercurio con cemento...
Ahora ya han instalado en el río dos
medidores de contaminación que analizan el agua dos veces al día e
informan de los niveles a los responsables de la obra. También han
levantado chimeneas con filtros que depuran el aire durante la
extracción de lodos. La Generalitat de Catalunya controla estas
chimeneas.
30 AÑOS CONTROLANDO EL VERTEDERO
A cielo abierto, junto a otro
vertedero, Acuamed ha excavado un depósito de doce hectáreas y
capacidad para 860.000 metros cúbicos, en el que enterrarán los
residuos tóxicos extraídos del Ebro. Ya ha llenado una cuarta
parte. Por la noche, desplaza hasta allí los camiones cargados de
lodos contaminados; no lo hace a la luz del día por no interferir en
la descarga del tren de la sal que recibe Ercros a diario. Es una de
las pegas de trabajar con la fábrica química de por medio, aún
funcionando.
Recubierto de polietileno y grava, el
depósito se llena por celdas, cada una bordeada por un dique de
contención. Van por la sexta y resalta en el paisaje el color
negruzco de los lodos fluviales. Cuando el último camión haga su
viaje hasta el vertedero en diciembre de 2015, será sellado con
arcillas y más polietileno. Luego, durante treinta años, el
depósito estará bajo control. Se vigilará que no cambie su
inclinación, que los líquidos sobrantes sean correctamente drenados
y que el paisaje se vaya restaurando.
Al vertedero ha ido también el
edificio de Ercros que hubo que demoler (convenientemente triturado)
para levantar la planta de tratamiento de residuos de Acuamed. Todo
en la fábrica química está bajo sospecha. Los técnicos de Acuamed
creen que Ercros nunca se irá de Flix, porque le costaría una
fortuna desmontar las instalaciones y descontaminar el suelo que ha
estado un siglo contaminando.