El
consorcio europeo Nareb está ensayando mejoras en los tratamientos
contra la tuberculosis y las enfermedades causadas por el
Staphylococcus aureus.
No
sólo es culpa del abuso. Los antibióticos pierden efectividad
porque las bacterias contra las que luchan se hacen resistentes; y lo
hacen por muchos motivos. “Por mutaciones constantes”, dice José
Antonio Aínsa, investigador de genética de micobacterias de la
Universidad de Zaragoza. Entonces, hay antibióticos en la farmacia
que ya no se utilizan, bien porque no se absorben, bien porque
resultan tóxicos en las dosis necesarias. Pero ahora, ínfimas
nanopartículas vienen a echar una mano a esos antibióticos
postrados.
El
proyecto se llama Nareb (Nanotherapeutics
for antibiotic resistant emerging bacterial pathogens) y está
coordinado por el Instituto Pasteur. En él participa la Universidad
de Zaragoza junto a otros doce socios de ocho países europeos. Son
grandes farmacéuticas, grupos de investigación en microbiología,
química y nanotecnología y empresas caracterizadoras de
nanopartículas. Hace unos meses se pusieron manos a la obra y la
semana pasada se reunieron en Zaragoza, en el Centro de Investigación
Biomédica de Aragón, para examinar los primeros avances.
“Ahora
tenemos ya claro qué antibióticos se van a asociar con qué tipos
de nanopartículas -explica José Antonio Aínsa refiriéndose a esos
primeros pasos del consorcio Nareb (www.nareb.eu)-. Y, otra cosa
también importante, hemos llegado todos los socios a un acuerdo
sobre cómo realizar los ensayos; tiene que ser de la misma manera
para que sean comparables”. En lo que va de año, los miembros de
Nareb han trabajado, además, en la optimización de la producción
de nanopartículas.
Rubén
Santos, de Nanoimmunotech, otro de los socios del consorcio, cuenta
que “ya tenemos cinco candidatos, cinco líneas diferentes de
desarrollo nanotecnológico con las que vamos a empezar a trabajar”.
Nanoimmunotech es una empresa con sede en Zaragoza y Vigo que se va a
encargar, en Nareb, de realizar los ensayos de nanoconjugados in
vitro (con bacteria o línea celular) e in vivo (en ratón), “tanto
en la fase previa de diseño, como cuando queden pocos candidatos y
haya que probarlos con animales”, indica Santos.
Nanoimmunotech
se ocupará así de la bioseguridad del fármaco, a través del
estudio de la biocompatibilidad de los prototipos que se generan
durante el proyecto. Después, otro de los socios del consorcio
europeo, GlaxoSmithKline, valorará en modelos animales la eficacia
de los prototipos generados, además de aportar nuevos fármacos al
estudio.
Tuberculosis
y Stafhylococcus aureus
¿Y
dentro de otros seis meses?
Aínsa
augura, según lo previsto la semana pasada en Zaragoza, que “se
habrán hecho ya muchos ensayos. Y, cuando volvamos a reunirnos, será
el momento de tomar decisiones sobre qué nanoconjugados nos sirven y
cuáles no”. Los catorce socios de Nareb tienen cuatro años por
delante para poner en el mercado antibióticos de baja toxicidad y
mejor funcionalidad para tratar la tuberculosis y las enfermedades
causadas por el Stafhylococcus aureus, resistentes a la meticilina.
“Se
trata de probar muchas combinaciones y de ir seleccionando las que
den mejores resultados”, detalla José Antonio Aínsa, de la
Universidad de Zaragoza. Pero aclara que el consorcio Nareb “no
pretende crear antibióticos nuevos, sino mejorar con nanotecnología
los que ya existen”. Esto es nuevo en el campo de las enfermedades
infecciosas y los antibióticos.
En
el mercado hay ya fármacos que incorporan nanopartículas. Sobre
todo en el tratamiento del cáncer. Y también antifúngicos. Pero
nunca se había intentado antes con las bacterias. Ahora, serán
asociadas a nanopartículas que permitirán mejorar la absorción del
antibiótico, reducir las dosis y restar, a su vez, efectos tóxicos.
Ello es posible porque las nanopartículas dirigen el fármaco a los
tejidos infectados y lo concentran en ellos.
La
encapsulación de antibióticos para su biodistribución es el fuerte
del Grupo de Nanoterapia
y Nanobiosensores, del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón
(CSIC-Unizar), que concurre a este proyecto junto al Grupo de
Genética de Micobacterias de la Universidad de Zaragoza, al que
pertenece José Antonio Aínsa. De Nanoterapia y Nanobiosensores es
Jesús Martínez de la Fuente, que explica la aportación de su grupo
a Nareb: “Preparamos diferentes nanopartículas polisacarídicas,
basadas en azúcar de origen natural, para encapsular antibióticos y
mejorar sus propiedades reduciendo los efectos adversos”.
El
consorcio Nareb da así sus primeros pasos. Ésta ha sido su segunda
reunión, organizada por la Universidad de Zaragoza; una reunión que
ha concitado la atención de cuarenta expertos en antibióticos y
nanotecnología. La próxima será en Utrecht, cuya Universidad es
parte también de este gran proyecto europeo.