viernes, 31 de octubre de 2014

Nanoantibióticos, un revés a los efectos adversos

El consorcio europeo Nareb está ensayando mejoras en los tratamientos contra la tuberculosis y las enfermedades causadas por el Staphylococcus aureus.






No sólo es culpa del abuso. Los antibióticos pierden efectividad porque las bacterias contra las que luchan se hacen resistentes; y lo hacen por muchos motivos. “Por mutaciones constantes”, dice José Antonio Aínsa, investigador de genética de micobacterias de la Universidad de Zaragoza. Entonces, hay antibióticos en la farmacia que ya no se utilizan, bien porque no se absorben, bien porque resultan tóxicos en las dosis necesarias. Pero ahora, ínfimas nanopartículas vienen a echar una mano a esos antibióticos postrados.





El proyecto se llama Nareb (Nanotherapeutics for antibiotic resistant emerging bacterial pathogens) y está coordinado por el Instituto Pasteur. En él participa la Universidad de Zaragoza junto a otros doce socios de ocho países europeos. Son grandes farmacéuticas, grupos de investigación en microbiología, química y nanotecnología y empresas caracterizadoras de nanopartículas. Hace unos meses se pusieron manos a la obra y la semana pasada se reunieron en Zaragoza, en el Centro de Investigación Biomédica de Aragón, para examinar los primeros avances.

Ahora tenemos ya claro qué antibióticos se van a asociar con qué tipos de nanopartículas -explica José Antonio Aínsa refiriéndose a esos primeros pasos del consorcio Nareb (www.nareb.eu)-. Y, otra cosa también importante, hemos llegado todos los socios a un acuerdo sobre cómo realizar los ensayos; tiene que ser de la misma manera para que sean comparables”. En lo que va de año, los miembros de Nareb han trabajado, además, en la optimización de la producción de nanopartículas.

Rubén Santos, de Nanoimmunotech, otro de los socios del consorcio, cuenta que “ya tenemos cinco candidatos, cinco líneas diferentes de desarrollo nanotecnológico con las que vamos a empezar a trabajar”. Nanoimmunotech es una empresa con sede en Zaragoza y Vigo que se va a encargar, en Nareb, de realizar los ensayos de nanoconjugados in vitro (con bacteria o línea celular) e in vivo (en ratón), “tanto en la fase previa de diseño, como cuando queden pocos candidatos y haya que probarlos con animales”, indica Santos.

Nanoimmunotech se ocupará así de la bioseguridad del fármaco, a través del estudio de la biocompatibilidad de los prototipos que se generan durante el proyecto. Después, otro de los socios del consorcio europeo, GlaxoSmithKline, valorará en modelos animales la eficacia de los prototipos generados, además de aportar nuevos fármacos al estudio.



Tuberculosis y Stafhylococcus aureus
¿Y dentro de otros seis meses? Aínsa augura, según lo previsto la semana pasada en Zaragoza, que “se habrán hecho ya muchos ensayos. Y, cuando volvamos a reunirnos, será el momento de tomar decisiones sobre qué nanoconjugados nos sirven y cuáles no”. Los catorce socios de Nareb tienen cuatro años por delante para poner en el mercado antibióticos de baja toxicidad y mejor funcionalidad para tratar la tuberculosis y las enfermedades causadas por el Stafhylococcus aureus, resistentes a la meticilina.

Se trata de probar muchas combinaciones y de ir seleccionando las que den mejores resultados”, detalla José Antonio Aínsa, de la Universidad de Zaragoza. Pero aclara que el consorcio Nareb “no pretende crear antibióticos nuevos, sino mejorar con nanotecnología los que ya existen”. Esto es nuevo en el campo de las enfermedades infecciosas y los antibióticos.







En el mercado hay ya fármacos que incorporan nanopartículas. Sobre todo en el tratamiento del cáncer. Y también antifúngicos. Pero nunca se había intentado antes con las bacterias. Ahora, serán asociadas a nanopartículas que permitirán mejorar la absorción del antibiótico, reducir las dosis y restar, a su vez, efectos tóxicos. Ello es posible porque las nanopartículas dirigen el fármaco a los tejidos infectados y lo concentran en ellos.

La encapsulación de antibióticos para su biodistribución es el fuerte del Grupo de Nanoterapia y Nanobiosensores, del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (CSIC-Unizar), que concurre a este proyecto junto al Grupo de Genética de Micobacterias de la Universidad de Zaragoza, al que pertenece José Antonio Aínsa. De Nanoterapia y Nanobiosensores es Jesús Martínez de la Fuente, que explica la aportación de su grupo a Nareb: “Preparamos diferentes nanopartículas polisacarídicas, basadas en azúcar de origen natural, para encapsular antibióticos y mejorar sus propiedades reduciendo los efectos adversos”.





El consorcio Nareb da así sus primeros pasos. Ésta ha sido su segunda reunión, organizada por la Universidad de Zaragoza; una reunión que ha concitado la atención de cuarenta expertos en antibióticos y nanotecnología. La próxima será en Utrecht, cuya Universidad es parte también de este gran proyecto europeo.