martes, 14 de abril de 2015

Las Google Glass se abren paso en el 'quirófano global'




Claro ejemplo de wearable aplicado a la salud. Varios cirujanos han probado ya a operar portando unas Google Glass, las gafas que permiten grabar la intervención quirúrgica y retransmitirla con fines formativos o de colaboración. Pedro Guillén es uno de ellos. El 21 de junio de 2013, este cirujano de la Clínica Cemtro de Madrid retransmitió, “por primera vez en el mundo”, un implante de condrocitos, que fue seguido por streaming por otro médico, Homero Rivas, director de Cirugía Innovadora de la Universidad de Stanford (California), quien pudo así participar en la intervención.

Tres meses después, Guillén ofrecía una master class a petición de Google, que fue seguida por 276 hospitales de todo el mundo. En esa ocasión, utilizó un artroscopio inalámbrico para realizar un implante de cultivo de cartílago, dos técnicas novedosas en sí mismas. Guillén habla del “quirófano global” para referirse a la revolución que supone la introducción en este entorno de las Google Glass.


 El cirujano Pedro Guillén.





Todavía prototipo sin comercializar, son gafas que ofrecen al portador una pantalla de veinticinco pulgadas a una distancia de 0,74 centímetros. Disponen de una cámara de cinco magapíxeles, grabación de vídeo a 720 p, memoriaflash de 16 Gb y una batería con una autonomía de un día. Este último punto es centro de interés para los creadores de wearables, “conseguir que los dispositivos tengan mucha autonomía y que sean, a la vez, sostenibles”, explica Ignacio Martínez Ruiz, del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).

Con un visor que permite ver una proyección a través de una interfaz en la esquina superior derecha del campo de visión, las gafas de Google reproducen también audio, gracias a un sistema de conducción directa a los huesos próximos al oído que logra un sonido nítido. Y se manejan con la voz y el movimiento de la cabeza.

Dado que permiten acceder al historial clínico del paciente y hacer interconsultas sin trasladarse al ordenador ni teclear, las Google Glass muestran a los médicos, sobre todo a cirujanos y personal de Urgencias, un futuro prometedor. También los reumatólogos halagan esta herramienta, como Antonio Gómez Centeno, del Hospital Parc Tauli de Sabadell. “Al tener las manos libres -dice-, podemos realizar varias tareas a la vez, algo muy importante en nuestra especialidad”.

En el último Congreso de la Sociedad Española de Reumatología, Gómez Centeno dirigió un taller de Google Glass y destacó: "Se puede fotografiar una lesión y compararla con las imágenes de archivo, grabar una operación mientras se desarrolla o hacer una interconsulta con otros especialistas que están viendo lo que tú ves. El ordenador está en tu ojo y lo manejas con la voz, con las manos libres para seguir explorando al paciente".

Wearables, atractivos pero no aptos para prescripción

Parches para diabéticos que suministran la dosis necesaria, lentillas con vitamina E para tratar el glaucoma, sensores que se dibujan en la piel para medir los niveles de glucosa, tatuajes electrónicos, relojes y pulseras que monitorizan los latidos del corazón... Un mundo de dispositivos inteligentes, los llamados wearables, que vienen a cuidar de nuestra salud y bienestar. Ninguna empresa electrónica quiere ya quedarse al margen, aunque esta tecnología no sabe aún cómo instalarse entre el médico y el paciente.


Tinta enzimática que permite dibujar un sensor en la piel para detectar el nivel de glucosa en sangre. Universidad de California (San Diego)



Mucha exploración, también muchos obstáculos y varios puntos de controversia es lo que hay en el entorno de los wearables para salud. Estos dispositivos que extraen del cuerpo humano datos biométricos no tienen mucho más de un lustro y ya se perfilan como ayudas complementarias al autocuidado. Sin embargo, los expertos reconocen que “aún carecen del grado de fiabilidad suficiente” como para ser prescritos por un médico, señala Ignacio Martínez Ruiz, del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A) y coordinador de eSalud en el grupo de investigación HOWLab.

Aunque las nuevas generaciones vienen ya preparadas para utilizar los wearables (un 12% va a comprar un dispositivo este año para fitness, de entre los 24.000 consumidores incluidos en el último Informe Accenture), en el campo de la salud encuentran varios problemas. Uno de ellos es la interoperabilidad de sistemas. “Es cierto que el internet de las cosas, lo que también se llama machine to machine, salva muchos problemas de comunicación -explica Martínez Ruiz-, porque los datos son enviados por el propio dispositivo, sin participación del usuario, pero luego está el problema de la bidireccionalidad”.

Un sorprendente ejemplo de wearable de salud: el grupo de nanoingeniería que lidera Joseph Wang en la Universidad de California, en San Diego, ha creado una tinta enzimática para, con un dispositivo en forma de bolígrafo, dibujar un sensor en la piel que detecta el nivel de glucosa en sangre. Es un sencillo test para diabéticos. A modo de tatuaje, la tinta permanece un tiempo sobre la piel y consigue transmitir los datos a un dispositivo electrónico de medición de glucosa por Bluetooth.

Útiles, no fiables aún
El intercambio de información médica trae de cabeza a los ingenieros, porque hay que capturar grandes cantidades de datos de la monitorización del paciente, del estilo de vida, la actividad, consultas médicas, pruebas de laboratorio... En este contexto, los problemas legales de protección de datos que también suscitan los wearables son “un mal menor”, según Martínez, miembro también del Foro Nacional de Interoperabilidad en Salud. Aún hay muchas cuestiones elementales que resolver. Para empezar, la fiabilidad.

Los wearables que ya están en el mercado pueden servir de complemento en prevención y en supervisión de enfermedades crónicas. Pero aún los médicos no los prescriben. Es en el mundo del deporte donde estos dispositivos, sobre todo en forma de pulseras, van camino del éxito. Su proliferación y la expectación que despiertan han quedado demostradas en los congresos de electrónica y móviles; y en el hecho de que esta tecnología ligada a la salud tenga ya congreso propio, celebrado el primero en Madrid en 2014.


Aunque la infraestructura wearable esté, por tanto, incompleta para servir a la medicina, algunos profesionales de la salud apuestan ya decididamente por esta tecnología 'llevable'. Es el caso de Antonio Gómez Centeno, de Reumatología del Hospital Parc Tauli de Sabadell, quien califica de “muy útil” el empleo de wearables, “porque -dice- nos permiten introducir datos en un sistema informático sin utilizar las manos”. Otros médicos, sin embargo, prefieren no sobrevalorarlos, como el cirujano Julio Mayol, que en el primer Congreso de Wearables en Salud vino a decir que con lo que ahora tenemos no vamos a ningún sitio.