Érase una vez un barrio
nuevo de Zaragoza al que llamaron Valdespartera.
Los vecinos vivían felices con sus galerías acristaladas en el lado
sur, su doble cerramiento en el norte y unos
edificios que no se hacen sombra en invierno. “Lo ideal es que el
sol llegue hasta los pisos más bajos”, les decía a los nuevos
residentes el ingeniero Constantino Baile, del Grupo
de Energía y Edificación de la Universidad de Zaragoza,
responsable del aprovechamiento energético de Valdespartera.
Satisfechos de ser
informados, los vecinos comprobaron después con alivio cómo, unos
anchos aleros, proyectaban en verano la sombra necesaria para que sus
viviendas no recibieran tanto sol. Además, en los meses calurosos,
las ventanas abiertas de los lados norte y sur dejaban entrar en las
casas un aire fresco.
Menos calefacción en
invierno y menos aire acondicionado en verano. Eso, la rebaja en la
factura, es lo que, realmente, hacía felices a los vecinos del nuevo
barrio zaragozano. Y sigue haciéndolo hoy, después de diez años
entre miles de habitantes y con varios premios a su estructura y
funcionamiento ecológico. “Hasta de China han pedido información
sobre las condiciones y técnicas de construcción de Valdespartera”,
se congratula Baile por lo que le toca.
Los ingenieros del Grupo
de Energía y Edificación
hicieron seguimiento, bajo la tutela de José Antonio Turégano, de
estas fórmulas de ahorro energético en Valdespartera.
Acumularon más y más experiencia, informatizaron sus avances en
materiales y técnicas de edificación, en sostenibilidad energética
y tanto tanto conocimiento ha dado lugar, al final, al reciente
nacimiento de Ursos,
un software calculador de demandas energéticas en barrios.
Con Ursos,
se dibujan viales y parcelas, viviendas y locales, se introducen los
materiales de construcción, sobre todo de cerramientos, se sitúa la
localización del barrio y... clic en el botón de cálculos. La
energía que ese barrio va a necesitar para funcionar aparece en
pantalla. Fantástico ¿no? Para comercializar esta herramienta, que
hará las delicias de arquitectos e ingenieros, los investigadores de
la Universidad
de Zaragoza han creado la
spin-off Geezar.
Como valor añadido, Ursos
contiene indicadores de sostenibilidad para valorar el confort del
barrio en relación al gasto de energía. El número de paradas de
autobús que tiene, los kilómetros de carril bici y la superficie
verde están entre esos indicadores.
La bioconstrucción llama
a la puerta de Geezar.
Algunos fabricantes de nuevos materiales están ampliando el muestrario de Ursos.
Baile cuenta que los muros de la galería acristalada de
Valdespartera
ya fueron levantados con termoarcilla, “que acumula calor durante
el día y lo libera por la noche, en un proceso conocido como
inercia térmica”. También se tiende a evitar el poliestireno
extruido, sustituyéndolo por corcho natural.
Pero, pronto, los vecinos se dieron cuenta de que no es oro todo lo que reluce en Valdespartera. Aún quedan en el barrio muchos materiales de construcción que, ya hoy, son rechazados por científicos e
ingenieros por la cantidad ingente de energía que consumen durante su fabricación. Es la gran paradoja: se construye para ahorrar energía gastando antes un montón. De esto se ocupó Constantino Baile en su
proyecto de fin de carrera y ahora empiezan a hacerlo las directivas
europeas.
Baile nos hace, además, observar otra contrariedad: "Los nuevos barrios se construyen como dormitorios, separándolos de los comercios y otros lugares de consumo, con lo que aumentamos el gasto de energía en el transporte diario para realizar nuestras compras". Y en esto, Valdespartera es un claro ejemplo, ya que registra un flujo intenso de desplazamientos hacia los centros comerciales Plaza y Puerto Venecia.
Baile nos hace, además, observar otra contrariedad: "Los nuevos barrios se construyen como dormitorios, separándolos de los comercios y otros lugares de consumo, con lo que aumentamos el gasto de energía en el transporte diario para realizar nuestras compras". Y en esto, Valdespartera es un claro ejemplo, ya que registra un flujo intenso de desplazamientos hacia los centros comerciales Plaza y Puerto Venecia.
En fin, no todo es perfecto. De momento, Baile y sus compañeros de
Geezar,
Ángel Martínez y Pablo Estrada, han aprendido mucho del 'living lab'
de Valdespartera
y, ahora, como empresa, quieren seguir practicando ese intercambio de
información con el usuario. Han probado ya en uno de los
edificios del campus universitario Río Ebro otra herramienta:
Impact Information for Action (IIA), un método de recogida de datos
a través de pinzas en el cuadro de la luz y sondas de temperatura.
“Y el usuario accede a toda esta información”.
Ciencia ciudadana. Barrios sirviendo a la investigación. De lo que sí pueden estar seguros los vecinos de Valdespartera es de que, cuando le llegue la hora de ser rehabilitado, incorporará, seguro, nuevas
maneras de ahorrar energía y de concienciar al ciudadano; pero,
sobre todo, incorporará materiales ecológicos, más respetuosos con
el medioambiente.