martes, 10 de diciembre de 2013

La verdad como evidencia



René Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII, aportó, en el campo de las interpretaciones filosóficas de la verdad, un nuevo concepto: la verdad como evidencia. Según él, la verdad se manifiesta como algo claro y distinto del resto de ideas. Y se puede alcanzar mediante lo que él llama duda metódica, que consta de tres pasos:

Primero, se duda, cómo no, de los sentidos, que pueden engañarnos y hacernos percibir realidades 'no reales'. Después se duda de la existencia del mundo, ya que, para Descartes, es imposible distinguir entre sueño y realidad. Y, al final, al poner en cuestión los fenómenos matemáticos, nos damos cuenta de que no se puede dudar de ellos. Todos sabemos que  2+2=4 y lo tomamos como una verdad irrefutable. Pero, entonces, Descartes propone la existencia de un genio maligno que podría estar dominando nuestras cabezas, haciéndonos pensar que esa operación es verdadera cuando 'en realidad no lo es'.

Llegados a este punto, Descartes se da cuenta de que ya no puede dudar de nada más; ya se ha cuestionado todo. Y es en este preciso instante cuando llega a la conclusión: 'pienso, luego existo', algo que se le revela claro y bien distinto. Como una gran verdad. 

Gracias a este 'escepticismo aparente' (dudar de todo para darse cuenta al final de que existe una verdad absoluta), Descartes afirma que lo único que existe entonces es el pensamiento.



Y así explica su interpretación filosófica de la verdad, que me ha servido de ayuda e inspiración para bautizar este blog, de contenido científico. La ciencia se nos presenta 'clara' y, sobre todo, racional. Nos da respuestas universales de base científica compatibles con el entendimiento humano. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario