El 19 de abril de 2016, un
obús Light Gun L118, calibre 105 mm., fue disparado y lanzado a la
zona de caída de proyectiles del campo de maniobras de San Gregorio,
en Zaragoza, generando una nube de polvo que seguirá viéndose para
siempre en la fotografía de Javier Cebollada, redactor gráfico de
Agencia Efe. La explosión generó dos ondas, una sonora y otra de
choque que, al coincidir, hicieron vibrar todo lo que tenían
alrededor, levantando esa polvareda que hace tan sorprendente la
fotografía.
Al coronel de Ingenieros
Rafael Jiménez, ex director del Centro Internacional de Desminado
(CID) y ahora subdelegado de Defensa en Lérida, el polvo de San
Gregorio, tan fino, le recuerda a Kabul. Él, observando la foto de
Javier Cebollada, explica: “Tenemos el efecto combinado de una onda
sonora, que se propaga a velocidad fija dependiendo del medio, y una
onda de choque, cuya velocidad depende del tipo de explosivo
empleado”. A la onda de choque inicial le sigue una fuerte bajada
de presión que “succiona el polvo depositado sobre la ropa y el
arma”. A Jiménez le parece que esta depresión es lo que más ha
contribuido a generar semejante nube de polvo.
Es la imagen de una
deflagración, el tipo de explosión en el que “la velocidad de
propagación de la reacción química-onda de choque es menor”. El
fotógrafo, sin duda, estaba preparado. Quizá sabía que la onda
sonora producida por el disparo, y ayudada por la onda de choque,
haría vibrar el suelo, el arma y a las personas alrededor,
levantando el polvo antes depositado en todas las superficies.
Por cierto, que en torno
al cañón se encontraban cuatro sirvientes (dotación que maneja una
pieza de artillería) y, a menos de cinco metros, seis fotógrafos de
prensa, Cebollada entre ellos, invitados, como es habitual, a las
maniobras de la Brigada Ligera Aerotransportable Galicia VII. El
blanco del proyectil estaba a catorce kilómetros de distancia, en la
zona del monte llamada 'de caída de proyectiles', donde nadie osa
pisar.
Mientras la onda sonora se
propagaba hacia el exterior y producía esa vibración, la onda de
choque de la deflagración ya había propulsado el proyectil y
quedado contenida en la recámara y el tubo del cañón. Esto es lo
que sucede al disparar cualquier arma, nos cuenta el coronel Jiménez,
a quien conocí en Itainnova hablando de explosiones y de tecnologías
de seguridad. Para él, la formación del soldado es su coraza más
segura. En sus cuatro años como director del Centro Internacional de
Desminado aprendió que el conocimiento es lo que de verdad te salva.
Por raro que parezca, fue un placer escuchar las explicaciones de
Jiménez sobre qué sucede a las personas en el momento mismo de una
explosión.
La fotografía de Javier
Cebollada salió del servidor de Agencia Efe y fue publicada al
instante por la European Pressphoto Agency (EPA). Después, fue
pasando por las galerías de mejores imágenes del día de periódicos
importantes de todo el mundo, antes de convertirse en una de las
catorce mejores fotos del mundo de esa semana, en la selección hecha
por la Agencia NBC News, la división de noticias de la cadena
americana de televisión NBC Company, el Ejército de Tierra,
Deutsche Presse-Agentur...
Su gran capacidad
observadora le valió este premio a Cebollada, que lleva treinta años
en Agencia Efe y sabe mucho de fotografía, de luces, encuadres...,
pero también de miradas y del lenguaje de los gestos. Vive de hacer
lo que más le gusta y de afrontar cada día el reto de extraer la
belleza de todo. Las únicas fotos que no le gustan son en las que
alguien resulta humillado.
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